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Los refugiados en tiempo de pandemia. Columna de opinión.
En el contexto actual de pandemia, miles de refugiados han quedado a la deriva frente al cierre de fronteras y las múltiples barreras que se han instalado en los distintos países para frenar los desplazamientos humanos. Bajo el temor de aumentar los contagios, muchas personas que habían salido de sus países por “fundados temores de ser perseguida”[1] quedaron varados en medio de sus trayectos o bien en las fronteras de los países en los cuales buscarían ser protegidos.
Esta situación es preocupante, al momento de observar que las cifras de personas desplazadas que existen en el mundo se duplicaron desde el año 2010 a la actualidad. Según datos entregados por ACNUR y la ONU, estas personas alcanzarían aproximadamente a los 80 millones a nivel mundial.
Otro aspecto a considerar y que agrava la situación de los desplazados internacionales es la dificultad de obtención de la calidad de refugiado, en tanto esta no es otorgada mayoritariamente a quienes la solicitan. Es así como, en Chile en los últimos años la aprobación es inferior al 3% de los solicitantes. Por ejemplo, el año 2017 del total de solicitudes de asilo, solo se aceptó el 2,83% de ellas, cifra que al año siguiente fue de 2,99%. Estos guarismos, no significarían nada, si no habláramos de personas que mayoritariamente, se encuentran en las condiciones más precarias que podemos pensar. Para ellos, luego de largos caminos y esperas, su situación se convirtió en una pandemia social y humanitaria que arrastran por meses o por años, y que hoy se acrecienta con el peligro de contagiarse por el covid-19, sin derecho a una salud digna o al reconocimiento de su condición de refugiado.
Frente a esta situación, urge preguntarse sobre qué pasará con estos niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres, todos seres humanos que, obligados por los conflictos internos de sus países, por las guerras, el hambre o las múltiples violencias, no pudieron optar, debiendo abandonar sus tierras y hogares para salvar sus vidas y la de su familia.
En el día internacional de los refugiados, los cientos de solicitantes de refugio que se encuentran en nuestro país y todos los desplazados del mundo que esperan un presente, requieren algo más que un simbólico abrazo fraterno, esperan y necesitan la posibilidad de que los estados comprometidos internacionalmente por el derecho humanitario, generen las condiciones mínimas que les garanticen en el actual contexto su derecho a la vida y a la dignidad.